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     La Paz, 3 de julio de 2025 (UC/MSyD).- Con mucho amor y convencida de que la vacuna es la mejor protección, la doctora Zelma Gutiérrez, del Bono Juana Azurduy, dependiente del Ministerio de Salud y Deportes, recorre las zonas Cuarto Centenario y Villa Armonía buscando niños que necesiten la vacuna contra el sarampión, en el marco de la campaña “La Ruta SRP, Protegiendo a Nuestras Niñas y Niños”.

Al encontrar a un niño sin vacunar, la doctora le explica con ternura que la inmunización es una protección que lo acompañará toda la vida.

“La vacuna es un ángel protector, eso siempre les digo a mis niños cuando los vacuno, que les estoy poniendo un soldadito que los va a proteger, así que no le tengas miedo”, es el argumento que la doctora utiliza para calmar a los más pequeños antes de inmunizarlos.

A las cinco de la mañana, la doctora Gutiérrez ya está de pie en su casa en Viacha. Como madre, prepara el desayuno y el almuerzo para sus hijos, de 17 y 4 años. A las 5:50, enfrenta el frío altiplánico y sale en busca de transporte para trasladarse a la ciudad de La Paz.

Como responsable de la Brigada 12, la doctora recoge los inmunizantes, que son repartidos diariamente en la Red 167 de la Camacho, para iniciar su jornada recorriendo la ruta asignada. Con sumo cuidado, prepara los viales, mezclando la vacuna con el activador, y luego las pasa a las jeringas para dejarlas listas para su aplicación.

Al llegar a la zona, junto con el equipo designado, llama a las puertas y toca timbres, preguntando en cada hogar si hay niños de 1 a 9 años que requieran la inmunización.

Cada día, la doctora debe lidiar con perros, algunos amistosos y otros agresivos, cuyos ladridos la hacen retroceder en ocasiones, sin embargo, venciendo sus miedos más profundos y movida por el amor hacia los niños, continúa su recorrido en busca de menores sin vacunar.

Otra dificultad es la negativa de los padres para que sus hijos se vacunen, esconden a sus niños o simplemente no quieren abrir la puerta.

Pero la alegría ilumina su rostro cuando logra inmunizar a un niño porque sabe que lo está protegiendo de una enfermedad agresiva que puede causarle ceguera, encefalitis e incluso la muerte.

“Cuando protejo a un niño sé que no se va a enfermar y me voy contenta, porque sé que este niñito va a estar sanito, que si por ahí pasa alguien con esa enfermedad, va a tener su escudo protector su ángel protector”, afirmó la doctora.

Cada puerta que se abre, cada niño que recibe su vacuna, es una victoria del amor sobre el miedo, de la esperanza sobre la indiferencia.

Al igual que la doctora Gutiérrez, cada personal de salud con su bata blanca y su corazón gigante, camina bajo el sol, llevando en sus manos las jeringas con los inmunizantes y los sueños de un futuro sano para los más pequeños.

En cada dosis hay un ángel protector, y en cada sonrisa de un niño vacunado, la certeza de que juntos estamos construyendo salud.

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