La Paz, 5 de julio de 2025 (UC/MSyD).- La adecuada alimentación es clave para fortalecer el sistema inmunológico de los niños que padecen sarampión y contribuir a una recuperación más rápida. Se recomienda una dieta saludable que incluya frutas, verduras, carnes, huevo, leche y sus derivados.
Dado que durante la enfermedad es común que disminuya el apetito, es importante fraccionar las comidas en porciones pequeñas repartidas en más tiempos de alimentación, además de asegurar una buena hidratación, especialmente en aquellos niños que presenten diarrea.
“Cuando un niño está enfermo, generalmente su apetito disminuye. No es necesario ofrecer grandes cantidades de alimento, sino fraccionar en varios tiempos de comida, que pueden ser de seis a ocho por día”, explicó Evelyn Cerruto, Jefa de la Unidad de Alimentación y Nutrición del Ministerio de Salud y Deportes.
El grupo más vulnerable frente al sarampión son los menores de cinco años. Por ello, se recomienda mantener la lactancia materna en los niños menores de dos años.
Para los infantes mayores de dos años que ya se alimentan de la olla familiar, se aconseja complementar su dieta con productos enriquecidos como el Nutribebé, rico en vitaminas y minerales esenciales para reforzar las defensas del organismo.
Habitualmente los niños consumen cuatro o cinco tiempos de comida (desayuno, merienda, almuerzo, té y cena), pero ante la falta de apetito se aconseja fraccionarlos. Por ejemplo, en el desayuno se puede ofrecer Nutribebé o leche con avena acompañada de un pan de quinua con queso.
A media mañana, una ensalada de frutas o nuevamente Nutribebé. Para el almuerzo, una crema o sopa de verduras seguida de un puré de papa con carne molida. Por la tarde, un api acompañado de galletas integrales con almendras.
En caso de fiebre y/o diarrea, es fundamental prevenir la deshidratación. Se recomienda ofrecer abundantes líquidos nutritivos.
“Para combatir la deshidratación, no se aconseja dar solo caldos o agua pura, que no aportan nutrientes. Es preferible ofrecer jugos de frutas, arroz con leche, leche con quinua o wilkaparu”, detalló Cerruto.
Por la noche, un salpicón de verduras cocidas —como zanahoria, vainitas y papa— con pollo desmenuzado constituye una opción ideal, ya que se trata de alimentos cocidos y de fácil masticación.
La vitamina A cumple un rol crucial para reducir la severidad y la duración de la enfermedad. Aunque los niños tengan buenas reservas de esta vitamina, durante la infección su concentración disminuye. Por ello, como parte del tratamiento, se recomienda suministrar:
50.000 unidades internacionales (UI) a los niños menores de seis meses durante dos días consecutivos,
100.000 UI a los niños de seis meses a menos de dos años,
200.000 UI a partir de los dos años de edad.
“Una alimentación e hidratación adecuadas son fundamentales para fortalecer las defensas de nuestros niños, así como el consumo de alimentos saludables, nutritivos y naturales”, destacó Cerruto.
La experta en nutrición, también advirtió sobre la importancia de excluir de la dieta aquellos productos que disminuyen la respuesta inmunológica, en particular los ultraprocesados. Entre ellos se encuentran productos de pastelería, papas fritas, snacks, salsas como mayonesa, ketchup y mostaza, hamburguesas y similares, debido a su alta concentración de azúcares, grasas saturadas y grasas trans, que afectan al sistema inmune y pueden prolongar la enfermedad.